miércoles, marzo 24, 2010

¿Es contagiosa la maldad?

El 16 de julio, seis jóvenes, siendo cinco menores de edad, violaron a una niña de 13 años, en Baena (Córdoba); tres días después, siete menores violaron a una niña de 12 en Isla Cristina (Huelva), dos de ellos con 13 años. ¿Se ocupan los padres suficientemente de ellos? Demasiado mal ejemplo de los machos del tres al cuarto, hablando siempre de sexo, siendo sólo una parte de la vida adulta -lo ideal con amor- de las muchas que hay en la vida. Una niña de 12 años en la calle de madrugada: “Tanto va el cántaro a la fuente, que acaba por romper”. Los críos toman alcohol y cuanto más tarde más cargados. Gracias a Dios, hay padres educadores y no todos los jóvenes son así; pero todos en general viven malos tiempos, con tanto libertinaje en nombre de esa libertad engañosa, que solo les trae problemas, y se dan cuenta cuando los tienen encima, luego lloran como niños que son.
Internet es un avance, mal usado… peligroso. Cuelgan historias porno o de pederastia y hasta los críos se colocan con sus chicas en el: aquí te pillo aquí te mato. No sé como los niños llegan a esas aberraciones, si por caradura, maldad, prepotencia o falta de valores, un cóctel muy peligroso, por falta de buenos sentimientos. En Suiza consideran que los que así actúan son un peligro para la sociedad, y una ruina para las ciudades. Los niños salen del colegio educadísimos, sin problemas, lo respetan todo; es donde viven y no gravan su economía. Hay vigilantes que visitan a los profesores y ven como aprenden los alumnos, les hablan, y a sus padres. Solucionan problemas, llevando a los niños a lugares donde reciben una educación superior cuando en casa les falta, creando buenos ciudadanos. Si un niño roba, lo expulsan, y si es de otro país, lo echan de allí. Desean ciudadanos sanos y educados.
Aquí se gasta una pasta gansa en reponer el mobiliario urbano, por falta de urbanidad. Algunos delincuentes -los menos, abona el ayuntamiento- hacen que sus padres paguen; les va al pairo todo lo que huela a norma. Son delincuentes aunque sean menores de edad, y como tales deben tratarlos. Demuestran falta de seso, aunque les mole el sexo, que lo ven como si fuese el pan nuestro de cada día, con tanta propaganda en todos los medios de comunicación, que los niños creen que: Algo tiene cuando lo bendicen.
Para cada cosa hay su tiempo, para las violaciones ninguno. Ahora ya no se nombra el pecado, lo erradicaron, pero se sabe que el pecado de escándalo está ahí. Hasta lo cantaba Rafael. Tendrán que cambiar las leyes, rebajando la edad penal, ya que los delincuentes cada vez son más jóvenes, y las víctimas también. Los culpables, sus padres; porque ellos son esponjas que absorben todo; si se educan no serán delincuentes, y menos a tan tierna edad. Sé de profesores con depresiones por sus insultos y ataques, y hasta algunos padres defienden a sus “bendiciones”. Claro que, por desgracia, los mangantes, los maleducados, los trepas y demás pringados son los que desean hacerle la vida imposible a los educados, honrados y trabajadores.
La bondad tardará más o menos en ocupar su lugar, pero siempre triunfará, porque el honor no lo pierden. Los demás, unos en la cárcel, y otros encarcelados en sí mismos por su culpabilidad, que no les dejará en paz. Antes éramos más felices, vivíamos la niñez, no sabíamos lo que era hacer daño. Ahora son: enanos “adultos” de cuerpo y mente. Cuánto bueno se pierden.


Francisca Castro

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