jueves, septiembre 17, 2009

La soledad del profesor

Estados de ansiedad, problemas de insomnio, profesores frustrados en busca de soluciones, de apoyo jurídico o simplemente profesional. Así describe el cuadro de la desesperación la coordinadora del teléfono del defensor del profesor de ANPE, Inmaculada Suárez. Amenazas y agresiones, de alumnos y progenitores, forman parte de la rutina diaria de demasiados docentes. De todo hay en los colegios, no sólo escolares rebeldes y agresivos y padres beligerantes, pero ellos son los que disparan las consultas y las denuncias que recibe este servicio de ayuda a los docentes, algunos de los cuales reproducimos a continuación.

- Indisciplina. «Un joven tenía los cascos puestos en clase», relataba un maestro. «Le dije que se los quitara y se negó. Al insistirle se levantó y tiró la mesa, me dio un empujón y me dijo que se los quitara yo si me atrevía». Luego añadió: «Te vas a enterar, te voy a esperar en la calle».
- Presión por las notas. Un profesor de instituto sorprende a un alumno copiando y le retira el examen. La madre se queja por considerar que la actitud del docente no había sido la correcta y que no era cierto que su hijo copiara. «Pedía una revisión y argumentaba que no estaba escrito en ningún sitio que había que suspender a los alumnos que copiaran».
- Falta de apoyo. «Unos padres me piden cita. Pienso que es para hablar del curso, pero lo primero que me dicen es “usted es un sinvergüenza”. Me reprochan que humillé a su hijo delante de los alumnos, porque le dije “abandona la clase, no te consiento que me tomes el pelo”. Ellos creían a su hijo, ante el que el profesor había tomado medidas porque le amenazó.
- Agresiones. Una madre esperó a una profesora de Infantil que había regañado a su hijo. «Me esperó en la calle, me dijo que a su hijo sólo le reñía ella, me empujó y me levantó la mano, me dijo que fuera la última vez que le llamaba la atención».
- Burlas. «Bajaba por las escaleras y me dieron una colleja. Me volví y me dijeron “profe, si es una broma”». Otras veces les empujan, les cogen por el brazo o incluso por el cuello de la camisa, e incluso son víctimas de los insultos que acompañan a su imagen que circula por internet.

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