viernes, agosto 07, 2009

Las lámparas fluorescentes compactas son un gran ahorro

Un gran ahorro de energía
Las lámparas fluorescentes compactas, denominas en su término en inglés lámparas CFL y popularmente conocidas con “bombillas de bajo consumo”, son un tipo de bombillas que funcionan de forma similar a las lámparas fluorescentes de tubo, pero están diseñadas para ocupar el lugar donde tradicionalmente se han venido utilizando las antiguas incandescentes. En comparación con estas últimas, las bombillas CFL tienen una vida útil mayor y gastan menos energía eléctrica para producir la misma iluminación.
La Federación de Consumidores y Amas de Casa, AL-ANDALUS, en su labor de ejercer una Educación Ambiental desde la perspectiva del consumo y contando con el apoyo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, quiere informar a los consumidores y usuarios sobre los beneficios que aportan el uso de este tipo de lámparas.
Utilizar bombillas CFL supone un notable ahorro de energía, ya que consumen un 80% menos que las convencionales y duran entre 6 y 8 veces más. De hecho, las lámparas fluorescentes compactas ayudan a ahorrar costes en las facturas de electricidad, en compensación a su precio dentro de las primeras 500 horas de uso.

Ventajas e inconvenientes
El uso de bombillas de bajo consumo presenta una serie de ventajas e inconvenientes. Sin embargo, los aspectos positivos que reporta al usuario son mucho mayores que los negativos, ya que entre sus inconvenientes destacan su precio que es un poco más elevado que el de las tradicionales bombillas incandescentes y otro es que, los colores del entorno no se perciben de forma tan fiel como con las halógenas, aunque tienen una tonalidad parecida a la de otros tipos de bombillas. Además, al encenderlas observaremos que el haz de luz es tenue; hemos de esperar unos minutos hasta que alcance el rendimiento adecuado.
A pesar de presentar estos tres inconvenientes, la lámpara fluorescente compacta repercute positivamente en el consumidor de la siguiente forma:
- Son más eficientes. Utilizan entre un 50 y un 80% menos de energía que una bombilla normal incandescente para producir la misma cantidad de luz.
- Son más económicas. Aunque su precio sea superior al de una bombilla tradicional, duran, como mínimo, 6 veces más, por lo que su coste se recupera en menos de un año.
- Son más ecológicas. Reducen sustancialmente en más de media tonelada las emisiones de CO2, que son nocivas para el medio ambiente.
- Son “frías”: la mayor parte de la energía que consumen la convierten en luz que es lo que se espera de una bombilla. En cambio, prácticamente la mitad de la energía que consume una bombilla incandescente se transforma en calor y no en luz.

Sacar máximo rendimiento a las bombillas de bajo consumo
Las primeras bombillas que hay que sustituir son aquellas que permanezcan en funcionamiento más de dos o tres horas diarias. Sin embargo, no basta con este cambio, sino que hemos de darle el uso correcto. No es conveniente instalarlas en lugares de paso donde el tiempo de utilización sea corto como, por ejemplo, los baños, porque gastaremos más si las encendemos repetidamente que si funcionan de forma continua, donde además, su vida útil se verá reducida.
Por la misma razón, tampoco es adecuado utilizarlas con sistemas de sensores de presencia, ni con reguladores de intensidad. Para permitir esta función, existen bombillas fluorescentes que se adaptan a una eficiencia completa o la reducen a la mitad. Tampoco conviene situarlas en lugares con cambios bruscos de temperatura. Asimismo, es importante retirar el polvo que se acumule ya que, en caso contrario, su rendimiento será menor.
Es significativo elegir la tonalidad de luz de la bombilla de bajo consumo de acuerdo a las necesidades y gustos del usuario. Cuando termina su vida útil, deben ser recicladas. Para ello se pueden entregar en el lugar de venta habitual o depositarlas en un punto limpio.

No hay comentarios: